lunes, 26 de octubre de 2009

"Talladores de Sillar"


Los picapedreros y talladores son hombres fuertes que con creatividad y precisión cortan enormes bloques de sillar y dibujan figuras sobre su pesada base. En las canteras de Añashuayco hay muchas familias dedicadas a este arte, pero por el avance de las habilitaciones urbanas su lugar de trabajo se achica cada vez más y son empujados al precipicio.

Lo primero que llama la atención es el sol. Aquí todo es seco, caluroso y polvoriento. Muchas casas se han levantado, con ladrillo y sillar desde el 2005, poblando una zona antes desconocida en el Cono norte de Arequipa, Perú Arbo. Las canteras de Añashuayco se ubican a 20 minutos de la última casa y de la última granja, porque ahora hay muchas de ellas dedicadas a la crianza de cerdos y aves de corral. Las canteras son lugares agrietados y profundos cuyas paredes están hechas íntegramente de sillar. En su interior el sol se hace mas intenso y las moscas vienen en bandada. En la zona de la Parcha trabajan 25 familias, padres, hijos, nietos; provistos de barretas, combas y cinceles, desprenden enormes bloques de sillar para formar 30 unidades al día y venderlas a 3 soles cada uno en el mercado.


Aquí el maestro es don Flavio Chávez Manrique, él heredó la profesión de su padre, Eustaquio Chávez, quien en 1950 sufrió un accidente cortando bloques de sillar y murió camino a la posta, pues no había movilidad para trasladarlo a tiempo. Tiene 63 años y ha visto a muchos hombres que nacieron entre las canteras y se dedicaron de por vida al oficio, pero los de ahora, no. La generación de hoy, dice, “son talladores, artistas”; ya no son sólo cortadores de sillar.


Tallando arte


El acabado fino se aprende y luego se crea con él variedad de figuras. Desde hace un año 15 jóvenes de esta zona cambiaron las herramientas pesadas por unas más ligeras: espátula, lijar y brocha con el que forman un escudo de Arequipa, pórticos tradicionales, relojes y miniaturas de la catedral, luego de trozar el bloque de sillar en la silueta deseada, “las figuras más difícil son las letras” dice Thomas uno de los mas antiguos en la labor. El acabado puede llevarles un día o un mes de trabajo todo depende de la figura y de los adornos que se quiera emplear, los pórticos y las formas que mas simbolizan la tradición arequipeña son los que mas se venden entres los turistas franceses que desde hace un año llegan hasta este lugar para apreciar con sus propios ojos el desprendimiento del sillar. Ellos pagan desde 10 hasta 60 soles por cada figura.


“El mármol peruano”, los turistas llaman así al sillar, en alusión al material de igual característica que hay en Italia y países de Europa, les gusta su porosidad, su fortaleza y sentirse extraños en una zona tan agreste como Perú arbo. El sábado 3 de octubre un grupo de extranjeros, traídos por la Cooperación Peruana Europea (COPESA) llegaron hasta ahí para probar su fuerza a lado de Don Flavio y algunos lograron partir en dos un bloque grande de sillar, después de una hora de batallar con la Barreta.

La jornada termina muy entrada la noche, los jóvenes ayudan, a los adultos, en la faena de cortar el sillar y luego se encierran en los talleres que gracias a la ONG COPESA les provee de material para pulir más su talento. Una tarea que puede durar hasta la media noche. Luego el tallador se va a su casa con el sueño de continuar otro trabajo a día siguiente.

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