lunes, 26 de octubre de 2009

Beto Ortiz y su testimonio del padecimiento del olvido




El periodista y escritor Beto Ortiz brindó una afable conversación al otro lado de la enfermedad del Alzheimer con quienes tienen la tarea de diagnosticarla: los especialistas, él llegó a nuestra ciudad, no para hacer declaraciones controvertidas, sino para descubrir los vacíos que en muchas familias deja este mal, conceptualizado en el deterioro progresivo de la memoria. Ocurrió en Junio pasado. Una charla en secreto.

Todo el ambiente era propicio en el restaurante “La Italiana”, el laboratorio Novartis dispuso una salón pequeño, pero confortable para una reunión amena que congregó a una grupo de Psiquiatras y Neurólogos del medio local, donde el polémico periodista comenzó su testimonio o como él llama, su proceso de vida con una enfermedad a la que denomina el “mal con cachos”; con una frase que describía a un publico experto en la materia: “yo soy el damnificado y ustedes los sismólogos” e hizo sentir el amplio desconocimiento de la población y los medios de comunicación sobre la enfermedad, que a su concepto no es sólo un desgaste de la memoria, es la muerte en cámara lenta, lo inevitable que no tiene cura, el martirio de una vida marchitada, y así lo describió en el año de 1995 con su crónica: “Antes que me olvides”, dedicada a su madre que murió tras padecer 15 años la enfermedad. También le ha dedicado reseñas a su padre, quien también padece del mal.

Solo reflejos
La verdad es incomoda para Beto Ortiz, los doctores al igual que los periodista deberían de hacerse ciertas preguntas, cuando dan a conocer la información u opiniones medicas, de ¿A quienes pueden afectar con esta verdad? “estaba yo con mi madre en la clínica Ricardo Palma, le tome la mano y ella me apretó la mano, era una etapa dura, era su último año de vida… el doctor Esquenazi me dice que solo era un acto reflejo, automático” explica así la dura comprensión de que su madre ya no sentía nada.

Para el escritor hay ocasiones en que un periodista, también, debe guardarse las cosas más dolorosas que puedan ocasionar daño innecesario en otras personas, hace un ejemplo de su estadía como reportero en la frontera con Ecuador durante el conflicto del Cenepa, “Yo no saque varias cosas de esa guerra, ¿para que?, para decirles a los soldados que esperan su traslado a la zona de conflicto, miren nos están matando”.

Muerte Lenta

El Alzheimer, no muy conocido hasta hace cinco años, en 1993, sólo se trataba como uno más de los trastornos de demencia senil, con Tizana y mates de Romero. Desde hace 10 años surgieron medicamentos innovadores como el ANISEP, que también consumió Doña Irma, la madre de Ortiz. Para él este mal insensibiliza a la familia, crea incertidumbre en el especialista y convierte en un mueble a quien la padece.

Y en cuestiones de soportarlo, “el héroe es el cuidador”, afirma Beto, pues es la persona que sufre los cambios drásticos del paciente, sus arranques infantiles; que suelen aparecer en la etapa media de la enfermedad, los cambios violentos de humor y sobre todo la mudez inesperada. En su crónica “Carta a Mama Rita”, escrita en diciembre del 2005 delinea la conducta casi aniñada de sus padres, ambos padecían la enfermedad. Fue en la época de asilamiento en Estado Unidos, en el 2002, cuando se hizo cargo de ellos por unos meses.

Escribir es el único y fortalecido consuelo, que para el autor de “Grandes Sobras” puede amenguar la ruina familiar, pero ya finalizando su testimonio solicita a los médicos humanizarse con los pacientes, sentir que “esas viejitas que vienen a sus despachos son sus madres” .

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